Cada uno de los perros con los que compartimos nuestra vida son únicos e irreemplazables pero hay veces en las que un perro te encuentra. Esta es mi historia, esta es la historia del perro que cambió mi vida, Zar
Parece como si estuvierais predestinados a estar juntos porque tiene que ser así.
Hay perros que te cambian la vida y esto exactamente es lo que nos pasó a nosotros. Estábamos destinados a compartir nuestra vida con Zar.
¿Y a ti? ¿Algún perro te ha cambiado la vida?, tu perro ¿quizá?
Cómo apareció Zar en nuestras vidas.
En Febrero de 2011, paseando por un polígono de nuestro pueblo, de pronto oímos unos ladridos, miramos hacia allí y ahí estaba él.
Llevaba siete años encerrado detrás de una valla y sin un techo donde cobijarse. Sólo tenía una pequeña caseta donde no entraba nunca.
En verano, al ser el techo de de plástico era imposible estar dentro por el calor acumulado.
En invierno, con la lluvia y el aire, las planchas de aluminio y el techo sonaban tanto que le daba miedo entrar.
Esto lo comprobé las muchas veces que iba a verle, llevarle comida, y estar un rato con él a diferentes horas del día.
Ese momento cambió nuestra vida, y de esto hace ya cuatro años.
Conseguimos que sus dueños hasta ese momento nos lo cedieran aunque esas cosas nunca son fáciles y nos costó bastante conseguir que Zar viviera con nosotros.
Entre otras cosas porque Jose NO QUERÍA PERRO. Tenía un trabajo en el que viajaba muchísimo tanto por España cómo por el extranjero, su carrera profesional estaba creciendo y sabía que esto le iba a trastocar los planes
Y, por mi lado, era azafata de Iberia y me iba también 3-4 días seguidos.
Iba a ser complicado, pero de alguna manera, entre que le pude convencer y que él le cogió tanto cariño, (acabó yendo él solo a verle, llevarle comida caliente y estar con Zar allí un rato), ya no iba a haber vuelta atrás.
Ya no éramos una familia de dos; ahora compartíamos nuestra vida con un perro que había estado sólo y encerrado durante 7 años de su vida así que te podrás imaginar lo difícil que fueron las cosas al principio.
Habíamos hecho planes incluso de tener un hijo, pero las dudas que teníamos, se disiparon de golpe con la llegada de Zar.
Zar llegó a casa. Nuestra convivencia con él.
El mismo día que nos lo llevamos, estaba aturdido, no sabía porqué se iba de allí, pero tampoco puso mucha resistencia.
Es triste, supongo que no sabía si iban a mejorarle la vida o a acabar con ella. Su estado de indefensión aprendida era tremendo.
Lo primero que nos abrió los ojos «como platos» fue al intentar subir las escaleras de casa. No sabía subir tres escalones seguidos, no era miedo, NO SABÍA.
Nunca había visto una correa, así que me llevaba volando a todas partes; era un perro muy reactivo y cada vez que veía a otro perro se ponía como un loco a ladrar y a tirar hacia él, llegando incluso a tener varias peleas con otros perros.
Aprendimos a separar perros de todos los tamaños a base de práctica, no quedaba otro remedio.
En casa en cambio era muy tranquilo aunque un poco desconfiado y bastante independiente.
Cuando se quedaba sólo aullaba muchísimo y tuvimos muchos avisos de vecinos de este hecho. Afortunadamente, eran ciertamente comprensivos al ver el grado de tristeza y potencia de esos aullidos.
Pero nunca rompió nada, era tristeza extrema.
Sacarlo a la calle para mi era un suplicio y un momento de tensión y estrés pero Jose lo llevaba mucho mejor que yo.
Yo no entendía nada, no sabía porqué Zar quería eliminar del planeta a todos los perros del mundo en vez de llevarse bien con ellos y disfrutar de la vida.
No podíamos seguir así. Salir a la calle era una obligación, y lo peor de todo es que
Estaba constantemente enfadada con Zar y sobrepasada por la situación
Así que…
Tomé una decisión que en ese momento parecía la más acertada y la que pensábamos que era nuestra única esperanza para estar bien los tres juntos:
Llamar a un adiestrador
Cuando te pasa algo así lo normal es buscar ayuda.
No sabíamos nada del mundo de la educación canina y eso le pasa al 100% de las personas que empiezan a convivir con un perro.
No sabíamos que hay muchísimas formas distintas de enfrentarse a las cosas y que concretamente en lo relacionado con los perros esas maneras de hacer las cosas son como el blanco y el negro.
Por eso hicimos lo que la mayoría de la gente haría, ir al veterinario y coger una tarjeta que tenían en el mostrador.
Ponía: «ADIESTRAMIENTO CANINO». MODIFICACIÓN DE CONDUCTA.
Llamamos y concertamos la primera cita. Estábamos ansiosos y expectantes porque nos iba a ayudar.
Como no podía ser de otra manera confiamos en él, creímos todo lo que nos decía e hicimos todo lo que nos dijo que teníamos que hacer.
Fuimos los mejores alumnos del mundo. Pero había un problema…
Su manera de hacer estaba basada en conceptos como dominancia, obediencia, castigo, collares de descarga, sometimiento, yo soy quien manda y tú haces lo que yo te diga, collares de ahogo etc. .
Castigarle cuando hacía las cosas «mal» pero eso sí, enmascarado con darle salchichas cuando hacía las cosas «bien».
Osea, que íbamos todo el día con el collar de ahogo y la correa corta en una mano, en un bolsillo el collar eléctrico de 250 euros, y una bolsita colgada de salchichas en la cintura.
Luego el collar eléctrico en el cuello de Zar, el collar de ahogo, el mando a distancia colgado al cuello, y la bolsita de premios.
Un cuadro.
Todo se centró en enseñar a Zar a sentarse, tumbarse, que caminara en «junto» pegado a nosotros sin darle tregua, y a que estuviera quieto.
No podía mirar a derecha o izquierda si no le dejábamos, no podía pararse a oler si éramos nosotros los que se lo permitíamos.
Todo a la orden nuestra. Tenía que ser un perfecto ejecutador de órdenes impuestas por nosotros.
Y como no podía ser de otra manera Zar empeoró.
Empezamos a sentirnos muy mal, Jose nunca creyó en ello, pero se hizo experto igualmente y un alumno aventajado en todas las técnicas que nos enseñó.
Pero sabía que eso NO funcionaba, quizá por su profesión, quizá por intuición, quizá por no discutir conmigo…
Zar no mejoraba y no confiaba en nosotros y se lo hicimos saber a lo que nos contestó:
«No os preocupéis, en algún momento hay que enfrentarse al perro.»
Pero lo peor de todo no es que nos sintiéramos mal, lo peor es que,
LE ESTÁBAMOS HACIENDO DAÑO A ZAR, pero no sólo daño físico, que ya es bastante horrible, sino que le estaba causando terribles problemas emocionales y psicológicos, que después nos costó mucho subsanar.
Y a pesar de eso, si por lo menos hubiéramos visto algún atisbo de mejora en Zar …, pero tengo que deciros que NO FUNCIONA. Ningún avance, todo lo contrario, cada vez estaba peor.
Como todo se traducía en ir pegado a nosotros y ordenado, en cuanto queríamos soltarle, salía disparado a por lo que tuviera en frente.
Estábamos nosotros mismos provocando que las cosas fueran a peor.
Fue después de dejarle en una residencia canina donde «lo iban a poner en vereda, cuando nos dimos cuenta por fin.
Iban a ser 15 días de residencia con entrenamiento de socialización y obediencia.
Siempre recuerdo el día que lo fuimos a recoger. Jose se había ido 15 días a Namibia y no se enteró de lo que pasaba.
Los pocos días que fui a verle en esos días , no me dejaban verle. Sólo me decían que iba todo muy bien.
Cuando volvió Jose de viaje , yo no podía parar de llorar y le dije que quería sacarle de allí ya, que no esperáramos más.
Cuando le recogimos, Zar no mostró demasiada alegría al vernos, simplemente se acercó. Nos miró.
Jose siempre dice algo sobre ese momento y sobre esa mirada de Zar. Ese fue el momento en que se dio cuenta de todo, esa mirada de Zar estaba diciéndole:
«llevadme donde estaba antes, en mi nave, allí pasaba frío y calor, pero nadie me hacía daño»
Cambiamos el «chip» y dijimos ¡BASTA YA!
Empecé a investigar y a buscar, porque estaba convencida de que encontraría otra forma de ayudarle, y aquí viene la BUENA NOTICIA:
LA ENCONTRÉ. (o eso creía en aquel momento)
Comencé a estudiar técnicas basadas en la EDUCACIÓN EN POSITIVO, a asistir a seminarios de profesionales del sector, de ámbito nacional e internacional y de pronto me di cuenta de que había encontrado mi vocación, lo qué realmente me gusta hacer y con lo que disfruto de verdad:
Ayudar a los perros y a las personas a entenderse y a disfrutar de su convivencia juntos
Estudié, investigué , probé y aprendí muchos distintos métodos y maneras de «educar» a un perro pero siempre basado en el refuerzo positivo y encontré a varias personas que me sirvieron de guía e inspiración.
Iban mucho más allá que centrase en cambiar la conducta del perro y ese fue mi punto de inflexión.
Pero me seguía faltando algo, yo premiaba, pero, no terminaba de solucionar las cosas. Faltaba algo.
Llegó un momento en el que ya no me sentía identificada con el concepto Educación Canina, ni en positivo ni en nada, aunque fuera sin castigos e imposiciones y te explico porqué:
Porque solamente implica al perro y todo lo que se hace va orientado hacia él.
En cambio gracias a Jose, POR SU TRABAJO, SU FORMA DE PENSAR y su manera de ser y estar con Zar, nos dimos cuenta de cómo influíamos en él.
Y él empezó a hacer con Zar exactamente lo mismo que hacía con las personas que ayudaba en su profesión.
Se empeñó en demostrarme a mi y a él mismo que su intuición era cierta. Los perros tienen el mismo sistema de aprendizaje y emociones que un humano.
Fue cuando olvidé los premios, el clicker, el louring, el condicionamiento, el contracondicionamiento, castigo positivo, castigo negativo, términos todos ellos, que si bien es bueno conocerlos, realmente, a las personas les da igual.
Y a mí me empezó a dar igual también.
YO LO QUE QUERÍA ERA TRANQUILIDAD PARA MI PERRO Y PARA MI SIN DEPENDER DE COSAS EXTERNAS, COMO ERAN LOS PREMIOS.
El cambio está en ti, no en él, y no hay mucho más que añadir después de toda esta experiencia.
Pasa lo mismo con las personas, porque si lo que quieres es ayudar a otra persona a cambiar algo, tu forma de ser y estar influirá positiva o negativamente en ese cambio.
Así que dimos un paso adelante y cambiamos ese concepto. Porque lo que para otros es educación para nosotros es…
CONVIVENCIA HUMANO-CANINA
donde todos los miembros de la familia importan e influyen en los otros.
La importancia de las personas en esa relación familiar es muy alta.
Por eso La voz de tu perro la formamos dos personas que nos complementamos para ir más allá.
Jose es experto en Desarrollo Personal y cambio de mentalidad HUMANA, y aporta esa parte tan necesaria y olvidada cuando hablamos de nuestros perros: las personas que conviven con ellos.
Jose no ha dado una sola formación en aula, es autodidacta completamente, de hecho, nada más decidirse a juntarse conmigo en esta aventura, lo primero que hizo fue crear él mismo un seminario para profesionales, y lo impartió.
Y yo trabajé mucho conmigo misma en ser una buena referencia para Zar, trabajé mis miedos, conseguí que la correa dejara de ser un elemento de control y pasara a ser una elemento de unión y sincronización.
Aprendí a conocer las necesidades de Zar, dejarle explorar, mirar, observar, aprender por experimentación propia, y tuve que aprender a «dejar hacer» y es algo que no es fácil, te lo aseguro.
Tuve que dejar de controlar e intervenir constantemente, tuve que ayudarle a enfrentarse al mundo de forma calmada y tranquila porque no conocía nada, todo le daba miedo y cualquier situación era una posible amenaza.
Tuve que conocer cómo le afectaba el estrés y también tuve que aprender a entenderle conociendo su lenguaje, su manera de expresarse, que resulta que no es tan distinto al nuestro aunque no lo creas.
Y te digo que fui yo la que trabajé todo esto porque a Jose le resultaba mucho más fácil.
Él es una persona mucho más tranquila y calmada que yo aunque también tuvo que trabajarse a sí mismo y fue duro para él cambiar el «chip» del líder de la manada, de las órdenes, de los premios constantes, y del «aquí el que manda soy yo»
Pensó lo que todos al principio, era lo que «había que hacer», y dejó sus intuiciones a un lado. Craso error pienso ahora.
Nunca creyó en ello, siempre iba un paso más adelante que el resto, pero cayó en el «es lo que dicen que hay que hacer» .
Siempre puso mucha duda en todo lo que aprendíamos, y afortunadamente, después de mucho analizar, paramos todo aquello.
Y se propuso ayudar a Zar a su manera, y su manera fue esta: «voy a tratar de ayudar a Zar cómo si fuera un cliente mío humano con los mismo problemas»
Empezó a investigar y a hacer su propia metodología, sus propios experimentos y pruebas con Zar, ninguna orden, ningún premio por acción, y ninguna reprimenda por no acción de Zar.
Sólo observaba qué ocurría haciendo diferentes cosas.
En aquella época, había dejado su fantástico trabajo para dedicarse a ayudar en cuerpo y alma a Zar. Fue duro para él, pero espectacular lo que cada día me contaba.
Todo empezó a fluir.
Nacía La voz de tu perro,
Se creaba desde cero, con una filosofía y metodología propia que no habíamos visto en ninguna parte, ni en España, ni fuera de España.
Todo orientado a que Zar fuera un perro con confianza en sí mismo y que confiara en nosotros.
Que pudiera gestionar su vida sabiendo que nosotros estábamos ahí por si nos necesitaba y viceversa.
Todo esto lo hice yo, Carolina, la persona, porque Zar solo mejoraba y se dejaba ayudar.
Me lo devolvía con creces porque creamos una confianza mutua irrompible.
Todo lo hacíamos para ayudar a Zar pero de lo que no nos dábamos cuenta era que Zar nos estaba ayudando a nosotros.
Al principio Zar era un problema, y muy gordo, para convertirse después en parte fundamental de La voz de tu perro y de nuestras vidas.
Es el maestro.
El que nos ayuda con otros perros y clientes, el que nos sigue enseñando cosas día tras día y en el que nos fijamos echando la vista atrás para no olvidar lo que tardamos en hacer.
Conseguir la tranquilidad con nuestro perro.
Ahora mostramos el camino, no sólo a particulares en 4 continentes, sino a otros profesionales que se han inspirado en esta nueva forma de entender la convivencia con un perro y han ido olvidando las técnicas que cada vez son, afortunadamente, más obsoletas y sin sentido.
Quien me lo iba a decir a mí, que esto iba a ser posible sólo por una razón:
Gracias Zar
Hoy puedo sentirme orgullosa de todo lo que hice, arrepentida de muchísimos errores que cometí, arrepentida da tardar tanto en «abrir» los ojos, de tanto dinero gastado, y de tantos lloros y frustraciones.
Pero también sé que de alguna forma, aquello es lo que me hizo cambiar como persona porque tuve que salir de mi zona de confort, entender y cambiar hábitos.
Soy una persona más tranquila, relativizo y veo las cosas con otra perspectiva. Cosas que antes me parecían un mudo, ahora las miro de frente y no le veo tanto problema.
Y sigo siendo la misma, pero con un pequeño matiz: Si quería que las cosas cambiaran, las tenía que hacer yo, nadie más.
Hoy recibo con orgullo, con alegría, con un sentimiento grandioso de las cosas bien hechas, cada carta y testimonio de las personas a las que ayudo, y que estaban en el mismo laberinto que yo con Zar.
Son esas historias las que me animan a seguir.
Puedes ver algunas de ellas aquí. Personas que cómo tú y cómo yo , hombres y mujeres de carne y hueso cómo tú y cómo yo de diferentes partes del planeta, que un día dijeron:
Yo quiero lo mismo, y se lanzaron a esta maravillosa aventura de entender a sus perros, dejando de lado lo que a todos nos han contado hasta ahora.
Gracias a todos vosotros por confiar en mi y daros cuenta de que SI, ES POSIBLE.
Te reto a que lo consigas con mi ayuda, ¿quieres?
Lo que yo tardé más de un año, ahora te lo muestro y te ayudo a aplicarlo con tu perro en muchísimo menos tiempo, mira este link
Un beso enorme, recuerda: SE PUEDE Y TU PERRO ESTÁ DESEANDO PODER VER EL MUNDO DE UNA FORMA MÁS EQUILIBRADA
Carolina Rodriguez
Hola, me llamo Katerina, tengo 16 años y por cosas de la vida a mi madre se le ocurrió comprar un perro, y antes de traerla me gustaría estar preparada para ella, ya que no sé ni cómo llamarla, no sé cómo educarla, no sé con cuál de todos los piensos alimentarla, si sirve de algo es un cocker spaniel ingles y tiene un mes y medio, la verdad es mi segundo perro, pero el primero lo tuve a los cinco años y mi madre lo regaló por que ladraba mucho y los vecinos empezaron a porner denuncias, así que yo no sé mucho sobre esta clase de perros, por lo que se es activo y muy bueno para la familia, algún consejo?
Hola katy cómo estás al perro se lo educa con amor, el perro es lo que tú le permitas o le enseñes. Ñ Yo amo a los animales en general y he tenido ya tres perros en mi vida y 2 de ellos han sido callejeros sin raza, a mi me gusta darle hogar a los que les cuesta conseguirlo, la que tengo hoy no me saben decir que cruza es, con esto te quiero decir que la educación y la sociabilizacion es todo, si no quieres que ladre se lo haces notar siempre que lo intente hacer, yo vivo en un departamento y la idea era que no molestara al resto, no la hagas dependiente de vos cuando la dejes sola y vuelvas ella esté alterada por estar lejos tuyo porque te extraña no la agarres reforzando esa actitud porque la vuelves más insegura y dependiente, yo cometí ese error con una caniche (murió con 15 años) que tuve y la dañe mucho sufría cuando la dejábamos y hasta no comía, cuando fue vieja esto nos jugó encontra esa fue la causa de su muerte, al mismo tiempo tenía una cruza con pequinés (murió con 18 años) no era tan concentida como la otra y esa duró más era más independiente no sufría estar lejos nuestro. Hoy con la mía la eduque más independiente es el perro soñado cuando está sola está bien, cuando está con nosotros también, tiene una puerta vaiven porque tengo patio en mi dpto sale y entra sola, no ladra, viajamos mucho con ella es muy sociable con otros animales y personas, le gusta la aventura anda en kayak con nosotros, desde siempre la educamos con amor hacia otros personas y animales, ella solo da amor a quien se le ponga adelante
Cuando sociabilice con otros animales la forma de presentación es que olfateen si año porque en esa parte tienen las glándulas anales que son como su nombre es lo que lo identifica, yo con la mía la agarro y hago que la olfateen y luego jueguen cuando es por primera vez
¡¡Muchísimas gracias por compartir vuestro e-book!! Me siento identificada con muchas de las cosas que contáis en él. Hace seis meses, mi marido y yo adoptamos a un perrito que ha pasado los tres años de su vida en soledad como guardián de un huerto y, por tanto, deducimos que hasta ahora no se había relacionado con los de su especie. Al principio tendía a huir de todo contacto que le producía inseguridad, pero poco a poco se fue volviendo (o yo, sin querer, le fui volviendo) reactivo con la correa e incluso hemos tenido algún susto en el parque estando suelto (se lanzó a por otro perrillo y le enganchó con la boca, aunque no le hizo nada). Cada vez que manifiesta comportamiento reactivo/agresivo se me cae el alma a los pies y me pongo tensa y nerviosa (incluso me dan ganas de llorar). Sé que mi actitud no le ayuda nada, pero me cuesta mucho mantener la calma. Normalmente procuro no decirle nada (aunque alguna vez, sin querer, le he regañado), pero creo que nota mi estado de tensión. Acabamos de empezar a trabajar con un adiestrador que emplea métodos únicamente positivos y tengo mucha ilusión y esperanza de que vayamos mejorando poco a poco. Me consuela saber que no estoy sola, que hay soluciones a estos casos y, sobre todo, soluciones que no dañen física ni emocionalmente a nuestros amigos peludos. ¡Gracias por vuestra labor y por compartir vuestra experiencia!
Yo he tenido dos perros: un yorksire terrier y una perrita pastor del pirineo ( eso al menos me dijeron que era) y han sido los mejores años de nuestras vidas El primero nos duro 18 años y a los tres de vida tuvo una infección en el páncreas que estuvo a punto de irse y es más, hasta el veterinario nos dijo que lo sacrificásemos, pero eso no entro en nuestros cálculos y logramos que saliese adelante con mucho cariño y cuidados Era inteligente hasta decir basta y cariñoso sin límites y la perrita nos duro 12 años. Era tranquila, muy buena, dócil y se hacia querer con solo mirarla. Falleció de diabetes y durante su enfermedad, nos pedía su dosis de insulina. Sus muertes nos traumatizaron porque era imposible olvidarlos y nos dejaron un gran vacío. Son seres agradecidos, jamás son rencorosos y te dan todo el cariño que llevan dentro. No sé como hay gente que los maltratan y pueden dormir tranquilos. En la vida hay de todo; esta visto.
Hola Jose, te entiendo perfectamente. Yo pasaré lo mismo que tú cuando zar se vaya y no me lo quiero imaginar. No es mi perro, es mi compañero, amigo y todo lo que te pueda decir es poco. Gracias x tu comentario, y espero que te animes a tener otro amigo/a en tu vida, un abrazo
Hola chicos, me gusta vuestra filosofia que invita a cambiar la mentalidad de los humanos respecto a los perros. Veo constantemente errores garrafales. Vuestra tarea es muy ardua y os animo a seguir con vuestra pasion que lo estais haciendo muy bien.
Emilia Navarro-Reverter
Creo que la gratitud es recíproca. Zar ha tenido la mejor de las suertes encontrandote a ti y tú encontrando a un perro como Zar y dandole la oportunidad de ser feliz, recibiendo todo el cariño, respeto y paciencia.
Felicidades a los dos
Conmovedora historia…y con final feliz. Zar es un perro afortunado. Los perros nos cambian y nos ayudan mucho más que nosotros a ellos. Descubrir su potencial es una experiencia muy enriquecedora. Merece la pena el esfuerzo, esta historia lo demuestra. La gratitud de Zar quizá sea la más verdadera que puede haber, la más sincera, como todo lo que dan los perros.