Hola, Jose:

Siempre voy a mil por hora pero he hecho un hueco para escribir este comentario, porque para mí es importante decirte que este mini curso gratuito me ha cambiado la vida. Bueno, la mía, la de mi perro y la de mi familia.

Nos encontramos a D., un labrador negro de unos 7 meses, abandonado en el campo, no parecía haber socializado con ningún otro perro, ya que se lanzaba a saludar como un bruto a los demás perros y muchas veces los perros se asustaban y alguna vez le dieron algún mordisco de advertencia. Hasta que una vez, un perro le mordió en serio. La dueña no le separaba, mi perro sangraba por la boca (luego no fue para tanto, pero había mucha sangre) y tuve que apartar al otro perro a patadas, porque no le soltaba y yo no sabía qué hacer. Volví a casa llorando y con un ataque de ansiedad.

Desde entonces D. cambió, gruñía y ladraba a todos los perros macho con los que se cruzara, independientemente de que fueran mastines o caniches, lo que hizo que yo cada vez que viera un perro enroscara la correa y le acercara a mi, y me cruzara de acera o me diera la vuelta. Daba igual gritarle, darle tirones o lo que fuera, que cada vez iba a más. Me tiró 3 veces en la calle, y ya tenía miedo de salir con él. Además me sentía fatal porque la gente se cambiaba de acera al vernos.

Yo siempre he pensado en estos dos años que llevábamos así, que D. aquel día cogió miedo, pero no me había dado cuenta, hasta hacer tu curso, que la que había cogido miedo era yo y no mi perro. El problema era yo, no él.

He hecho muchos cursos gratuitos, pero no me llegaban, veía una o dos lecciones pero no me transmitían nada. Pero tú desde el principio captaste mi atención. En un primer momento, me pareciste demasiado “intenso”, eras diferente en tu manera de comunicar. Pero doy gracias por haberte seguido leyendo. Parece cosa de magia, pero desde que he aplicado los consejos que das, todo ha cambiado. Si veo un perro macho, esté como esté por dentro, no exteriorizo ni el más mínimo gesto de alarma, sigo paseando tranquilamente mientras me acerco, como si no hubiera visto al perro, incluso suelto algo más la correa. Me acerco, saludo al dueño/a y al perrito, y milagrosamente, D. ya no reacciona mal, no gruñe, no ladra, si no que le olisquea, mueve el rabo, y ni siquiera responde si el otro perro gruñe o ladra. No me lo puedo creer, de verdad, ha sido un cambio increíble en sólo unos días.

De verdad que te estaré eternamente agradecida el resto de mi vida. Los paseos con D. han pasado de ser un suplicio a ser algo relajante y placentero. Si lo consideras oportuno, puedes utilizar mi testimonio con nombres y apellidos donde consideres, ya que de verdad no imaginaba que unos pocos emails tuyos me iban a cambiar la vida.

Gracias, gracias y mil veces gracias.

P. y D.  ( ocultados los nombres por privacidad de la persona y su perro)

(A través de su publicación en Facebook fan page La voz de tu perro)