Tara llegó a nuestras vidas un 26 de enero de 2015. Es una preciosa y juguetona labradora negra que ¡lo revolucionó todo!
Ya se nos había olvidado lo que era tener un cachorro, ¡¡y con ese tamaño!! Vamos, una locura. Cuatro adultos opinando sobre lo que había o no había que hacer.
La situación nos sobrepasaba, y buscando por todas partes una solución, casualmente dimos con Carolina.
Carolina llegó a nuestras vidas un domingo de febrero, y desde ese momento cambio TODO. Observó la situación y nos escuchó, dándonos pautas y transmitiéndonos desde el primer segundo esa tranquilidad de la que siempre habla. Nos enseñó a ver a Tara como lo que es: un bebé, pero PERRO, con todas sus necesidades (explorar la naturaleza, desarrollar el olfato, conocer el entorno y tantas otras cosas). Aprendimos a tomarnos las cosas con naturalidad y a tener calma ante las situaciones de estrés (y si se come algo, ¡ya saldrá! Jajaja).
Ahora, Tara es una perrita FELIZ. Puede hacer vida de perro: oler, jugar, correr, comer porquerías… y todo sin que nos pongamos histéricos. Nos tomamos las cosas con muchísimas más tranquilidad.
También nos ha enseñado a pasear con Tara con calma, dejando que ella explore, se mueva a su gusto, se pare, corra y se tumbe sin que sea un preocupación para nosotros (¡que exagerado suena una vez superado!). En realidad, no hay ningún problema en cruzarse con otros perros y que ellos interactúen, el problema está solo en nuestra cabeza.
Gracias, Carolina, por enseñarnos a disfrutar de Tara, por sacar la histeria de esta casa, por cambiarnos el ¡NO! por otras alternativas, con todo lo positivo que eso nos ha traído. Nos has demostrado que situaciones que creíamos imposibles se pueden conseguir poniendo de nuestra parte y confiando en nosotros mismos y en ella. Ahora, disfrutamos de Tara con paz, todos juntos, y los cinco somos felices.
Rosa, Madrid